Ha det bra Norge!

 

Después de avanzarlo hace unos meses, y tal y como lo escribí al final de mi etapa islandesa, ha llegado el post del adiós, a pocos días de dejar definitivamente Oslo después de vivir aquí 1 año y 10 meses.

 

Estos últimos días ando con la agenda repleta de actividades varias: cenas por aquí, cervecitas por allá, incluso una fiesta sorpresa! (muchas gracias!!). En momentos como estos, cuando la euforia desatada por las despedidas aflora incontroladamente, mucha gente se muestra de repente más cercana de lo normal, sobretodo los noruegos (al final ‘parece ser’ que no son tan fríos), y por momentos me doy cuenta de todo lo que voy a dejar atrás y me da pena, no lo voy a negar, parece arriesgado dejar algo que lentamente empieza a arrancar por algo incierto.

 

Miro atrás en estos casi dos años que he vivido aquí y me doy cuenta que he compartido más mi vida con esta gente que ‘acabo de conocer’ que no con otra de España ‘de toda la vida’ con la que apenas intercambio un rancio e-mail de tanto en tanto y eso hace que sea difícil desligarse de ésta así tan de sopetón.

 

La semana pasada fue mi último día en la empresa, como es costumbre cuando alguien deja la oficina, sobre las 14 h se cita a todo el mundo en la cantina y uno de lo jefes o los socios hace un breve discurso de agradecimiento y entrega de una botella de cava y un ramo de flores. Entre todos los empleados se pone dinero para hacer un regalo de despedida. Yo también les había preparado un discursillo en noruego (reconozco que el google text translator me echó una mano) que, a pesar de mi pronunciación, creo que entendieron. La ‘versión oficial’ de los jefes fué que ‘había decidido marcharme para apostar por nuevos desafíos’ pero a algunos, no contentos con esa explicación les he tenido que «facilitar» más detalles sobre mis planes saliendo a relucir preguntas a las cuales no tengo todavía respuesta como: en que proyectos vas a colaborar? o dónde vas a vivir? o que vas a hacer después?. Luego por la noche fuimos unos cuantos a tomar unas cervezas.

 

En noviembre de 2006, tras volver de Islandia y vaguear 5 meses en Barcelona, volví a hacer la maleta y me fui a Noruega. Encontré trabajo y piso en Oslo. Y conseguí de nuevo asentarme en el norte. Todavía tengo que oír de mucha gente y de los propios noruegos qué es lo que me empujó así de repente a venir a Noruega, creo que ya he expresado mi pasión por este país aquí a lo largo de este tiempo y poco tiene que ver con el deseo de enriquecerme en el menor tiempo posible, y es que a menudo muchos identifican Noruega como ‘la gallina de los huevos de oro’ (almenos hasta antes de «la crisis«). 

 

Requisito indispensable para disfrutar de este país a fondo es viajar por él, en coche, tren y ferry, hacer trekking, esquiar o intentarlo y hacer actividades al aire libre cosa que, dicho sea ya de paso, es bastante fácil dada la peculiaridad de las ciudades noruegas, tan próximas al ‘lo salvaje’. Oslo es una ciudad que voy seguramente a extrañar, con ese aire a caballo entre «cosmopolitismo» y «ruralidad».

 

A veces creo que soy un poco «avaricioso» y que cuando ya ‘domino’ o ‘controlo’ un lugar me canso y quiero más como si la vida fuera muy corta para quedarse anclado siempre en el mismo sitio aunque por otro lado sé que no puede ser emocionalmente bueno trasladarse a un sitio completamente nuevo cada dos por tres.

 

Alguna gente me ha preguntado si reconsideraré en algún momento volver a Noruega, y aunque lo dudo, todo es posible en esta vida, hasta entonces….

Ha det bra Norge!

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~ por nordic nomad en 1 octubre, 2008.